El Bilbao Exhibition Centre (BEC) sigue perdiendo dinero año tras año. Todavía no sabemos cuánto en 2010, pero no estará muy lejos de los -5 millones de euros de 2007, antes de la crisis. Y eso sin incluir las amortizaciones, que también son bestiales, pues el edificio en el que se enclava costó un auténtico pastizal.
Me sorprende, sin embargo, que nadie se plantee si tiene sentido replantear esta infraestructura, cuyo principal accionista es la Diputación de Bizkaia.
Creo que existen pocas dudas de que su construcción fue un manifiesto error. Es cierto que era necesario renovar la antigua feria, pero un buen estudio de mercado habría mostrado que este tipo de eventos están en declive, pues Internet se los está comiendo. Era por tanto absurdo ampliar la feria. Una solución más razonable habría pasado por utilizar carpas u otro sistema flexible y que no requiere ocupar terrenos permanentemente.
No hay que olvidar que el BEC no se llena nunca. Ni tan siquiera una vez al año. Sus dos principales ferias son una vez cada dos años y están en declive, como las de todo el mundo.
