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Los ejes del código afectan a la escuela, la sanidad, el trabajo y los lugares de culto. La laicidad de la escuela pública francesa será reforzada con la introducción de normas de conducta para evitar la injerencia de las tradiciones y prácticas religiosas en los centros. Por ejemplo, se prohibirá a los padres que realicen la función de acompañantes en las salidas escolares llevar prendas asociadas a una práctica religiosa.
En los hospitales, ningún ciudadano podrá rechazar los servicios de un facultativo en función de su sexo. Las empresas deberán dotarse de un reglamento interno para regular las libertades religiosas y no tener que parar la producción, por ejemplo, "a causa de las prácticas religiosas de una parte de sus empleados", y se exigirá la transparencia en la financiación de los lugares de culto.
Desde una lectura alejada de fanatismos, suena de lo más sensato. ¡Lástima que estemos todavía aun lejos de esa situación en este país!