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martes, 30 de octubre de 2012

Isabel, me gusta, pero no tanto

Tengo que reconocerme seguidor de la serie televisiva que "la 1" está emitiendo en las noches de los lunes. La historia esta bien contada y los actores, con Isabel a la cabeza, me gustan como llevan su papel. Lo cual no quiere decir que me crea todo lo que cuentan.

"Isabel la Católica" 
de Juan de Flandes.
Más información 
en www.sindioses.org
Pero parece que a los nobles de la Iglesia española les está gustando mucho más que a mí. Tanto que la quieren llevar a sus altares. Desde mi punto de vista, y evidentemente, visto todo lo "desde fuera" que esta iglesia permite, no ha podido ser más inoportuna la propuesta aprobada por la Conferencia Episcopal Española de que se reavive el proceso de beatificación de Isabel la Católica, iniciado por sus antecesores en tiempos de Franco y Pío XII. 

La propone como modelo de conducta para los cristianos. ¿Lo fue de verdad Isabel de Trastámara? 

Alcanzó, para empezar, el trono de Castilla de una forma, cuando menos, polémica: disputándoselo a Juana, hija legítima, en principio, del rey Enrique IV y su segunda esposa, Juana de Portugal, y reconocida como heredera por las Cortes de Toledo de 1462. 

Isabel, la de la tele. Puestos a elegir, no hay duda.
Pero Isabel, hermana del monarca, se apoyó en las fracciones nobiliarias, siempre deseosas de socavar el poder real, y fomentó el rumor de que Juana era la Beltraneja, una hija adulterina de la reina, logrando al fin que fuera desheredada. Ello dio lugar, como se sabe, a una guerra civil, desarrollada en varias fases, antes y después de la muerte de Enrique IV. Juana recibió el apoyo del rey de Portugal, su tío Alfonso V, que pensaba desposarse con ella. 

Pero Isabel contraatacó concertando su matrimonio con el príncipe heredero de Aragón, Fernando, y apresurándose a celebrarlo. Un obstáculo se oponía a las prisas de los contrayentes: que eran primos, lo que obligaba a pedir una dispensa papal que tardaría meses en llegar. La dificultad se resolvió falsificando el documento, hecho sobre el que hay acuerdo unánime entre los historiadores y que espero los señores obispos no encuentren modelo recomendable de conducta (porque sería arrojar piedras contra su propio tejado). 

A partir de ahí, se inició la fase definitiva de la guerra civil, que acabó en 1479 con la victoria de Isabel y el bando aragonés. Hasta aquí, por tanto, no tenemos mucho de ejemplar en la vida de Isabel. Como aspirante al poder, no había sido sino una hábil jugadora en el tablero político, sin más escrúpulos con la ley o con los derechos de los otros candidatos de los que mostraría un aventajado discípulo de Maquiavelo. 

Pero no es ésta la principal razón por la que no deberían proponer su beatificación, porque lo más grave vino luego, cuando se convirtió en reina y se ganó el título de Católica. En la tele, la boda será el próximo lunes. Espero que la serie desanime a sus eminencias de seguir por tan errados derroteros.