El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

domingo, 21 de octubre de 2012

Una guía para ir a votar. Deshojando la margarita.


Ha terminado la campaña. Plana, aburrida, todos con eslóganes vacíos. Algunos con ganas de meter miedo, otros con necesidad de provocar para llamar la atención. Casi todos las candidaturas, con ganas de que pase pronto y, de paso, ocultando sus auténticas intenciones.

Estamos ante el tontamente denominado día de reflexión. Probablemente queden pocas personas sin saber que hacer mañana. Por si a alguien le ayuda, he aquí mi “guía para ir a votar”.

La primera duda es si ir o no ir. Votar o no votar. Ser o no ser. Reconozco que antes ni me lo planteaba. Ahora, cada vez tengo que autoconvencerme que hay que seguir apostando por este sistema defectuoso, claramente mejorable y, como decía aquel … “el peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los sistemas políticos restantes”.

Aclarado el asunto de si ir o no a votar, la siguiente duda es si merece la pena votar a los pequeños partidos que se presentan con excelentes ideas, programas o proyectos, algunos difícilmente cuestionables como deseos, aunque si como posibilidades realistas a corto plazo. Los partidos que defienden el voto en blanco, equo, restos del naufragio de IU, etc, etc … pueden tener cierta razón, y les veo cierto sentido en sistemas democráticos en los que se produce una elección a dos vueltas, pero cuando te lo juegas todo a una, la decisión, desde mi punto de vista, tiene que llevarnos a “agilizar el proceso de taparse la nariz para votar”.

Y me quedan cuatro. Sigo deshojando la margarita.

No votaré a la derecha española mas representativa, la de “los gaviotos”, porque nunca me ha unido nada con ella ni en lo político, ni en lo social, ni en la cuestión nacional, ni en “na de na”. Los respeto. A veces me he podido solidarizar con ellos en temas puntuales, pero poco más.

Y me quedan tres.

No votaré al conglomerado electoral de grupos dirigidos por el nacionalismo radical vasco, que hasta hace poco aplauda a ETA y al día de hoy todavía le resulta imposible condenar la violencia y el horror ocasionado por la banda asesina. Simbólico y ridículamente insultante me ha parecido la excusa de su momentánea líder hablando de las guerras carlistas. Sin el valor todavía para dar ese paso ni me planteo una posible colaboración con un amalgama de micro-organizaciones dirigidas todavía por una supuesta cúpula con cierto espíritu militar. ¿Quién eligió a la candidata? ¿Las bases? ¿Los afiliados? ¡Ja!

Y me quedan dos.

Me quedan los dos partidos que desde hace años creo que son los que tienen que liderar la primera fase de la construcción de este país. Y digo primera fase porque tras treinta años de gobierno no tenemos todavía un proyecto común de país. Desgraciadamente así de simple y real.

Les quiero a los dos, PNV** y PSE-EE en la mesa de gobierno. Probablemente, el PNV va a ser el que más diputados aporte a la hipotética coalición. Y hace falta que entre ambos dos tengan la suficiente mayoría parlamentaria y sumen los 38 escaños mínimos, si son 40 mejor, que permiten legislar y, desde esa mayoría, seguir sumando voluntades para conseguir amplios consensos y acuerdos.



**Post data: 
Hay dos peligros, o dicho de otra manera, otras dos alternativas que no me gustarían. Me explico. El PNV, si observamos solamente sus últimas declaraciones públicas, no se muestra especialmente emocionado con esta idea de pactar pon los "sociatas". Y para que entre al tema tiene que ser matemáticamente imposible una coalición con Basagoiti. No sé si se la plantean pero si descartamos de inicio la posibilidad, mejor.  La otra, con el nacionalismo radical, tendrá dentro de casa importantes voces a favor, pero si algo recuerdo de mi experiencia con los jeltzales es que saben distinguir el abrazo del oso que les lleva al suicidio político, que no pueden competir cuerpo a cuerpo a ver quien grita mas alto “independentzia” con los de bildu, y que saben poner los pies en el suelo cuando de hablar en serio se trata.  Esperemos que así sea.