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miércoles, 12 de marzo de 2014

Crimea y el derecho a decidir

En los últimos tiempos, todo comenzó con la famosa 'Primavera árabe', estrategia geopolítica impulsada por EEUU con la colaboración de la Unión Europea, especialmente Francia, fomentando movilizaciones 'populares' en la Arabia mediterránea con el fin de, bajo pretextos democráticos, colocar a nuevos líderes más afines, si cabe, a los intereses occidentales. Y Rusia, como es natural, torció el gesto, ayudando al régimen sirio.

Aquella farsa encadenada -que acabó en el más espantoso de los ridículos de quienes se creyeron la película- puso de moda la fantasía de que movimientos populares porporcionalmente  pequeños podían hacer caer Sistemas y Regímenes.

Los sucesos de esta temporada en Ucrania es otro fiel reflejo de la grave desestabilización interna y geopolítica que produce este tipo de quimeras, sobre todo cuando intereses de terceros convierten la ocupación de plazas principales en la voz del pueblo.

En Kiev, más o menos 20.000 ciudadanos, de los 45 millones que tiene Ucrania, iniciaron unas protestas callejeras, conocidas como ‘Euromaidán’ y centradas en laPlaza de la Independencia. Como suele ocurrir, en pocos días los manifestantes, críticos con el Gobierno de Yanukóvich y favorables a la integración en la UE, pasaron a ser comandados por grupos radicales, entre los que se encontraban el parafascista, antiruso y antisemita Right Sector y el ultraderechista Svoboda.

El resto es de sobra conocido. A pesar de llegar a un acuerdo con la oposición, tras intemediación de la UE, el Gobierno legítimo pierde el control y su presidente huye del país, calificando la situación como de 'golpe de Estado'.

Es decir, lo que tenía que pasar, pasó. Detrás de un escenario plagado de reivindicaciones pro democráticas, estaban manejando esos delicados hilos de la geopolítica, de las zonas de influencia, los dos grandes imperios militares subsistentes: Rusia y EEUU.

Por eso repito, una vez más, que resulta muy perjudicial hacer creer al ciudadano que el futuro de los territorios, de las regiones, se encuentran en manos de algaradas basadas en circenses manifestaciones que de 'revolucionarias' no tienen más que el nombre que a las mismas les otorgan, fraudulentamente, los medios y, en particular, las grandes potencias que, por la fuerza de sus decisiones, siguen administrando el mapa político del mundo.

En resumen: sobre que una población no colonial y democrática, sin siquiera soberanía, tenga 'derecho a decidir', a autodeterminarse, por las buenas, nada de nada.

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