El rasgo principal en estas elecciones y del mapa resultante parece incuestionable que va a ser la fragmentación de la representación. Algo que, en mi opinión, en estos momentos, va a resultar muy positivo para la regeneración interna de los partidos viejos y para animar y estimular el dialogo y el acuerdo entre los partidos.
El peso específico de todas las alternativas políticas elegidas se va a reducir, aunque algunas lo van a sufrir doblemente. El efecto inmediato de esta pérdida de peso específico es que no van a existir en las Juntas Generales ni en las capitales mayorías absolutas, lo que hace que el tema del respeto a la lista más votada o la cuestión de los pactos para alcanzar mayorías se constituya en uno de los ejes del debate político pendiente. Lo de respetar la lista mas votada me parece una ridiculez. O se acepta la doble vuelta o se reconoce que la elección de alcalde queda en manos de los concejales y no de los votantes.
El tercer rasgo que caracteriza a estas elecciones es la incertidumbre de lo que vaya a pasar. Nada es previsible, ni nadie puede asegurardo con un mínimo de seriedad, salvo la primera posición del PNV en Bizkaia y en Bilbao. Lo contrario sería un cataclismo político impensable de momento por estos pagos. En cualquier caso, los resultados harán inevitable el diálogo entre partidos. Otra cosa es si serán capaces de alcanzar acuerdos.