Cuando los del PP y UPN se enfadan con los resultados electorales, y empiezan a darse cuente de que ningún grupo político está dispuesto a suicidarse, es decir, a apoyarles, comienza a salirles su mala baba por la boca y en sus comparecencias rayan lo grotesco y lo condenable.
A veces sería bueno para la democracia que la mala baba fuese venenosa. Más de uno y de una moriría por suicidio aunque sea "sin querer".