Esperanza Aguirre tiene ahora la desvergüenza de capitanear una cruzada, supuestamente en defensa del “sistema democrático y occidental”, para la que, una vez más, está desplegando todas las trampas y maniobras antidemocráticas que tan bien conoce.
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Cuando ahora atribuye a Carmena ambiciones inconfesables, incluida la de conquistar La Moncloa, suena a confesión de intenciones propias. Cree el ladrón…
“A lo mejor resulta que nadie tiene mayoría absoluta y yo soy alcaldesa de Madrid, no lo descarte usted”, terminó Aguirre su inopinada rueda de prensa, mostrando la arrogancia y la rabia que la ciegan. Aunque lo más intrigante de todo este delirio de grandeza es el temor personal que deja traslucir, superando incluso a su soberbia.
¿Qué puede dar tanto miedo a la condesa?