Foto y texto recogido de El Correo de hoy |
El PNV emergió el domingo como el partido- institución; la única formación europea que merece ser considerada como tal. El partido- institución es la referencia inmutable en la que prima la pertenencia sobre la participación. Más que el voto útil, representa el voto seguro. El amarradero al que se aferran tantas y tantas personas que nunca tuvieron intención de salir a navegar, y al que recurren tantas otras en busca de abrigo. El partido puede denominarse así también porque tiende a confundirse con las instituciones que gobierna. Sobre todo cuando lo hace ininterrumpidamente durante treinta y tantos años.
El partido institución entra en crisis solo por dos causas. Porque se aventure él mismo a navegar en las procelosas aguas del ‘más allá’ soberanista, o porque se desaten en su seno rencillas y pasiones que desconciertan a cuantos vascos recurren a él en busca de refugio y nada más. Y hay una prueba infalible para determinar si una formación puede serlo de verdad. El partido- institución ha de demostrar su capacidad para gobernar con mayoría absoluta, en minoría o en coalición, pero siempre en condiciones de entenderse con todas las demás fuerzas sin excepción.
K. Aulestia