Yo ya he expresado esta opinión varias veces en este blog y hace unos días, Ruiz Soroa, en Vocento, sugirió la misma idea : La Iglesia católica sigue practicando el sistema de cónclave para elegir al Papa, y es algo que se echa en falta en situaciones como las que vivimos.
¿Se imaginan a nuestros políticos, disfrazados o no, encerrados hasta llegar a un acuerdo? |
Claro que hoy en día puede parecer ingenuo y primitivo el método de encerrar juntos a los electores y condicionar su salida a la producción de un resultado positivo. Puede incluso parecer poco democrático por la falta de transparencia y publicidad de las deliberaciones, los enjuagues y los chalaneos que produciría esta reunión necesariamente secreta. Y, sin embargo, la política, y la política democrática también, necesita del secreto y de la reserva tanto como de la publicidad.
Algo parecido a un cónclave podría lograrse, en parte, mediante el simple expediente de establecer (de mutuo acuerdo, claro) un apagón informativo total sobre el asunto de la elección del presidente. Durante un mes, pongamos, no se daría ninguna información pública sobre las negociaciones y los políticos tendrían prohibido hablar salvo entre ellos mismos. Sería una medida higiénica para la salud mental de los españoles en general, que se ahorrarían tener que asistir a la diarrea mental de unos medios que ya no saben qué decir sobre algo que dejó de ser noticia valiosa hace mucho tiempo.
Por otra parte, si no cumpliesen su objetivo, es decir, formar gobierno, todos –culpables o no de su fracaso colectivo– serían castigados con igual inhabilitación para el futuro: han demostrado fehacientemente, y además por duplicado, que no sirven para cumplir con la primera de sus tareas: producir un gobierno viable. Así que deberán dejar paso a nuevas caras y nuevas personas.
¿No están convencidos de que si Mariano, Pedro, Pablo y demás supieran que se jugaban su futuro político personal tendríamos mañana mismo un gobierno?
Asi que, cuando se cambie la Constitución para introducir todas esas nuevas maravillas que nos prometen sobre los derechos sociales, el federalismo asimétrico y el derecho a decidirlo todo, se incluya también la sencilla y pobretona regla del cónclave y la inhabilitación. No es mala idea. ¿No?