El mandato que Donald Trump inaugura hoy muy bien podría ser juzgado en el futuro como el momento en el que EE UU inició el desmantelamiento del orden internacional que con tanto ahínco sucesivas Administraciones norteamericanas construyeron y sostuvieron desde 1945. Una toma de posesión, la de Trump, que se solapa en el tiempo con la formalización esta semana por parte de la primera ministra británica, Theresa May, de su intención de activar el proceso de retirada total y completo de su país de la Unión Europea. Una coincidencia temporal que plantea con toda crudeza la cuestión de si no estaremos asistiendo al fin, absurdamente autoimpuesto, de un largo y fructífero periodo histórico de hegemonía anglosajona.
Lo paradójico es que tanto EE UU como Reino Unido tienen a su favor todos los elementos para seguir sosteniendo un orden multilateral liberal y beneficiarse de él con creces, como han hecho hasta ahora. Frente a las quejas que nos trasladan respecto a integración económica o la inmigración, lo cierto es que los dos países han superado la crisis de 2008 más rápido que sus rivales y, además, son un referente tanto en la integración de inmigrantes como en el fomento de la diversidad cultural y la tolerancia religiosa.
Que mientras Trump y May anuncian su intención de marcharse, el presidente chino, Xi Jinping, defienda la globalización desde el atril de Davos ofrece una pista muy clara sobre la profundidad del relevo de poder al que estamos asistiendo y vamos a ver profundizar.
Vivimos, a unos les gusta y a otros les pesa, en un mundo anglosajón. Esa cultura, o civilización, para quien quiera usar tal término, ha generado las dos instituciones que definen nuestro modo de vida: la democracia representativa y la economía de mercado.
Desde el catálogo de derechos arrancados en la Magna Carta por los nobles británicos a Juan sin Tierra en Runnymede en 1215 a la Declaración de Independencia proclamada en Filadelfia en 1776, pasando por la rebelión de Cromwell y el Parlamento contra el absolutista Carlos I durante la Revolución Inglesa, los hitos que jalonan el largo (aunque todavía incompleto) camino de la humanidad hacia la libertad son en gran medida anglosajones.
Cuando Farage, abanderado del movimiento para la salida de Reino Unido de la UE, predijo que la victoria de los partidarios del Brexit en el referéndum celebrado el pasado mes de junio no era sino un ensayo a escala europea de lo que habría de acontecer globalmente cuando Trump fuera elegido para la presidencia de Estados Unidos pocos le creyeron. Pero el ensayo general ha acabado.Y ahora sube el telón y comienza la obra de verdad.