Por motivos de seguridad y de higiene, entre otros, parece razonable que los perros se abstengan de entrar en determinados espacios en los que conviven los humanos.
Y en cualquier caso, que los dueños de establecimientos que deseen aceptar mascotas, que lo digan claramente, para que el resto podamos optar por entrar o no a compartir ladridos, babas, hocicos en los cojones, de animalitos de otros clientes.