El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

miércoles, 18 de enero de 2017

David Copperfield es una mierda de mago al lado de Bárcenas.

Lo máximo que ha hecho el genio de New Jersey es borrar la Estatua de la Libertad delante de unas cuantas docenas de testigos. La desaparición duró apenas unos minutos y los testigos tenían los ojos vendados. Para hacerlo necesitó una plataforma móvil, un juego de luces y un montón de cámaras de televisión. 

En cambio, Bárcenas logró volatilizar la tesorería entera del PP durante varios años seguidos y ante las mismísimas narices de líderes del partido, mandos intermedios, secretarios, contables, señoras de la limpieza y todo el ministerio de Hacienda. 

El truco del almendruco está certificado por otro testimonio fuera de toda duda: el de Pablo Casado, cuñado portavoz, quien dice que su partido siempre ha negado la existencia de una contabilidad en B, aunque cuando el PP daba lecciones sobre financiación ilegal mediante presentaciones de powerpoint, él estudiaba COU. 

Lo de la contabilidad en B salía en el temario de EGB. Al igual que aquel célebre monólogo cómico de Cospedal, en el PP todo se produce del mismo modo que el finiquito de Bárcenas: en diferido y en forma de simulación.