El 6 de agosto, la Congregación para la Doctrina de la Fe emitía una 'respuesta', que parecía un matiz, pero que ha tirado por tierra muchas partidas de bautismo.

Y es que los bautizos en los que el sacerdote no pronuncia estrictamente la fórmula 'Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo', sustituyéndola (como se hacía con frecuencia, especialmente en los años 80 y 90) por el comunitario 'Nosotros te bautizamos...' suponen que la ceremonia no es válida y, por tanto, el niño en cuestión no está bautizado. No es 'oficialmente' católico. Revisen, si lo tienen, el vídeo de su bautismo, y compruébenlo.

El dictamen vaticano, más allá de una muestra de rigidez y ortodoxia alejadas del mensaje de Jesús, que fue bautizado por su primo Juan en el río, sin más rito que el de la inmersión en el agua –en aquella época, por no existir, no existía ni la Iglesia ni el Cristianismo– podría quedar en mera anécdota... pero no en el caso del sacerdote norteamericado Matthew Hood.

El sacerdote descubrió con horror que, al ser el bautizado personalmente bajo la formula "plural" no estaba bautizado y, consecuentemente, no podía ser sacerdote. Y, por tanto, todos los actos llevados a cabo como tal eran inválidos. Así, los pecados no habían sido perdonados, los moribundos no habían recibido la unción de enfermos, miles de personas llevaban tres años sin comulgar, los niños no habían sido bautizados, los matrimonios no eran válidos.
Un "problemilla" que el progresista Papa Francisco ha sabido solucionar. ¡Uf!. ¡Menos mal que, como en las pelis rosas, todo acaba "bien".! La solución aquí.