“La vida es como una carrera, la recompensa no está en la meta, sino en cada uno de los metros del camino”.

miércoles, 19 de agosto de 2020

El precio de la grandeza, escribió Winston Churchill, es la responsabilidad. Y es la que le ha faltado a Juan Carlos I.

La instalación provisional del padre del Rey en Abu Dabi, ilustra bien sobre el aturdimiento personal político y seguramente moral- en el que se ha desenvuelto, y sigue haciéndolo, el monarca abdicado desde antes de su renuncia en el 2014.

La "salida" hubiese resultado más "normal" si el rey emérito en vez de acogerse a la hospitalidad de los jeques de Emiratos Árabes, una federación autoritaria, fronteriza con Arabia Saudí, escenario regional de algunos de los episodios más sórdidos y sospechosos de su irregular conducta, hubiese optado por otra más discreta, alejada de la plutocracia, próxima a España y en un entorno familiar y de amigos.

El precio de la grandeza, escribió Winston Churchill, es la responsabilidad. Y es la que le ha faltado a Juan Carlos I. Una carencia que va en detrimento de su mermada reputación.