Se cumplen 20 años del 11-S de Nueva York. En un clima de renovada tensión con epicentro mundial en Afganistán. La torpe salida de las tropas norteamericanas despierta temores de revueltas de las ultraderechas que removió el mandato de Donald Trump.
Pero hay que recordar que ha habido muchos otros 11-S.
Para mí, uno que dejo huella, tan importante o mas que la anteriormente citada fue el 11-S de Chile en 1973. Chile era la esperanza: el socialista Salvador Allende y sus reformas que los vecinos del norte, los de las dos torres famosas, hicieron imposibles. Duele amanecer con la esperanza rota por los tiros que cercenan los sueños. Un botarate –como suelen serlo todos los golpistas- acabó con ellos.
Pero volvamos al que hoy todas las televisiones nos van a recordar, sí, el de 11 de Septiembre de 2001, el de Nueva York, ese que marcó la fecha para siempre. Las dos torres del país líder mundial se derrumbaron como si fueran de arena.
Lamentablemente, hay que reconocer que en este nuevo 11 de septiembre, el mundo es aún peor. Los errores suelen pagarse tarde o temprano. La respuesta al de 2001 en Nueva York estalla ahora en desastre en Afganistán. La involución cabalga al galope por todos los flancos.
La sociedad no aprende de sus errores, de sus pandemias. Parece que no se aprende de los aniversarios con las lecciones que traen, como esté 11S.
Un 11-S con más de una tristeza.