en la que los catalanes elegirán su Parlamento.
en la que elegiremos el nuevo Parlamento Europeo.

Enrique Galván:

No podemos dejar ganar a quienes degradan la política

martes, 19 de diciembre de 2023

Lo peor de la actual y vigente Constitución chilena
era la fea marca de su paternidad original.

Esta vez han "ganado" las izquierdas, pero de forma poco entusiasta.
En realidad, en Chile se ha producido aproximadamente un empate y en una cuestión que desde fuera se antoja complicada.
El país disponía de una Constitución desde 1980. O sea, era de la época del general dictador Augusto Pinochet, el felón que traicionó al presidente socialista, Salvador Allende, y le dio un golpe de Estado en 1973.
Pero esta Constitución había sido remendada y enmendada en 70 ocasiones, así que, seguramente, lo peor era la fea marca de su paternidad original.
Hace cuatro años, en 2019, la clase política chilena empezó a proponer su reforma, una convención dominada por las izquierdas propuso un nuevo texto, pero perdió el referéndum popular en 2021.
Ayer sucedió lo mismo, pero a la inversa. La propuesta de un Consejo General, muy influido por la extrema derecha que abría el paso a la privatización parcial de los servicios públicos, sanidad, educación, etcétera, fue también tumbada en referéndum popular.
Así que empate, digamos.
Guardemos una lección de la experiencia chilena:
La frecuencia de las enmiendas parciales a un viejo texto con 43 años de edad, una vez cada año y medio aproximadamente.
En España sólo ha habido dos mini reformas en 45 años, o sea, una vez cada casi 23 años.
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