Sin duda, lo peor de una posible victoria del magnate estadounidense es el altavoz que tendría el trumpismo, ese fenómeno que hegemoniza la galaxia reaccionaria para propagar y legitimar sus ideas racistas, machistas y negacionistas.
Desde la Argentina de Milei hasta el Madrid de Ayuso, la extrema derecha internacional espera ansiosa que el líder supremo recupere su trono en Washington.
Pero además, serían muy malas noticias para el clima porque sus fervientes seguidores anhelan explotar los recursos nacionales, sean cuales sean, para alimentar su proyecto de derecha radical. Por tanto, no es de extrañar que en Europa, Reform UK glorifique la fractura hidráulica británica, el Partido por la Libertad el gas neerlandés, el Partido de los Finlandeses la turba finesa, Alternativa para Alemania el lignito alemán, Reagrupamiento Nacional la energía nuclear francesa y Ley y Justicia la hulla y antracita polacos. Además, esta exaltación de la explotación de los recursos naturales viene acompañada de una nota aclaratoria racista y xenófoba: el grupo étnico propietario de los recursos y su mejor gestor son los nativos blancos.
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donde-se-decide-el-futuro-del-clima/
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