La continuidad de Ursula Von der Leyden en la presidencia de la Comisión permitía imaginar que el espíritu europeista podría seguir imperando, aunque sea moderadamente, en la legislatura que ahora empieza. Teresa Ribera en su su audiencia
de confirmación ante las
comisiones del Parlamento
Europeo en Bruselas,
el 12 de noviembre de 2024.
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Pero Manfred Weber, viejo rival de Von der Leyen, ha encontrado en el PP español, con su irracional odio a Pedro Sanchez, una gran oportunidad, y está jugando sus cartas apostando por virar a la derecha el equilibrio de fuerzas surgido tras las elecciones del 9 de julio.
Un giro, no nos engañemos, hacia posiciones menos europeístas y más intergubernamentales, menos expansionistas en la capacidad inversora y reindustrializadora y más austera y limitadora del gasto. En definitiva, menos Europa, más soberanías nacionales y más trumpismo modelo europeo.
Un nuevo equilibrio político en el que el Partido Popular ha entrado como cómplice necesario. Un cómplice más interesado en seguir erosionando a Sánchez vía Teresa Ribera y en asegurarse el apoyo de los negacionistas y antieuropeos de Vox que en dilucidar que Europa quiere.
De ahí la importancia del envite contra Teresa Ribera.
Lo que se está jugando es qué Europa queremos:
la Europa unida y con una única voz en temas internacionales o la no Europa de Meloni y Orban.
En pocos días sería otra cosa.