¿Por qué no se les pone buenas multas a los creadores de bulos y de noticias falsas en cuanto se demuestra que lo son?
En pocos días sería otra cosa.

sábado, 2 de noviembre de 2024

La desinformación ha alcanzado un nivel de
sofisticación y omnipresencia que pone en peligro
no solo la integridad del periodismo,
sino también los cimientos mismos de la democracia.

 La política moderna se nutre de esta estrategia:
mentiras absurdas, sin contexto ni fundamento
pero cuidadosamente dirigidas
para alimentar una narrativa
que polariza y desinforma.

El periodismo, que alguna vez se consideró el cuarto poder y guardián de la verdad, está siendo socavado por una avalancha de mentiras y manipulaciones disfrazadas de noticias. Este ataque no solo desinforma, sino que debilita la capacidad del público para tomar decisiones informadas, lo que a su vez deteriora la salud de nuestras instituciones democráticas.

En el panorama actual, la ética, que alguna vez fue un componente esencial del discurso político, ha sido destrozada por un tipo de comunicación en la que la verdad es irrelevante. La manipulación y la falsedad se han convertido en pilares fundamentales de la estrategia política moderna.

Plataformas como X, con evidentes sesgos hacia la extrema derecha, se han convertido en canales predominantes de desinformación.

El periodismo debe resistir la tentación del sensacionalismo y comprometerse con una narrativa basada en hechos, por encima de la rapidez y la viralidad.

En un mundo donde la desinformación es la norma, la verdad es un acto de resistencia.