Los que aspiramos a vivir en una sociedad laica donde todas las religiones e ideologias que respeten el pluralismo sean respetadas, en un día donde los republicanos lamentamos seguir sin poder elegir democráticamente a la máxima autoridad del estado, nos sorprende que los nuevos ministros y ministras tengan que seguir prometiendo su cargo ante un libro, la biblia, que no es especialmente símbolo de laicismo y un crucifijo que solo puede ayudarnos a recordar épocas anteriores.
Demasiada carga simbólica de tiempos pasados.