Ante una Justicia plegada a los deseos de determinados poderes políticos y que con ello deja en entredicho la división de poderes como principio que debe regir la vida diaria de un Estado democrático y derecho, somos muchos los ciudadanos y ciudadanas que negamos validez a esa clase judicial que, amparada en una virtual independencia, elabora sentencias “ad hoc” para lograr amansar la sed de revancha de algunos frustrados.
Nos plantamos ante ese Poder Judicial, no ante los jueces que, día a día, intentan coadyuvar en la convivencia entre la ciudadanía y en las diferentes relaciones que esta pueda tener. Pero no podemos obviar que existe esa clase jurídico-política por detrás que es la que vulnera y suprime derechos al albur del momento político de turno.