Simplificando mucho, podríamos decir que los terroristas son el fruto natural de determinado árbol social. Son fanáticos de las ideas dentro de su contexto social.
Es "aquel tipo de persona que inmuniza sus convicciones... frente a la crítica racional". También se dice que el fanático busca una seguridad que personalmente no tiene. Puede ser.
¿Es fanático un individuo terrorista? Si bien es cierto que no todos los fanáticos son terroristas, sí lo es que todos los terroristas caen en el fanatismo. Vivencias de la infancia, inoculación de idearios adolescentes, visión excesivamente parcial de las cosas, carencias educativas, idealismos que ocultan frustraciones, aura en que se envuelve el riesgo,
De lo que no parece darse cuenta el terrorista/fanático es de las consecuencias psíquicas de su alienación: pierde su libertad, su psiquismo se empobrece, queda incomunicado, anula su capacidad autocrítica, cercena el afán de superación, reduce drásticamente la riqueza de matices de la vida... Traspasa todos los límites cuando desemboca en la negación de la dignidad humana de los otros.
También existen los terroristas “progresivos”, aquellos que comienzan con actos que ni siquiera son delictivos –pintar, romper...—y, como no pasa nada e incluso son justificadas y hasta valoradas sus acciones, los actos anticívicos van en aumento hasta que... ya no pueden dar marcha atrás.
Se les enseña a reinterpretar la realidad. Así se llega a la aparente contradicción de que el terrorista considere a la víctima como una amenaza que había que combatir y de la que hay que defenderse. El mejor modo, la supresión.
Es contraproducente la publicidad de sus asesinatos, sí, pero en el caso de España poco importa. Asistimos a la paradoja de que, dentro de la sociedad que soporta sus acciones, tienen un público adicto, sus adeptos o simpatizantes. Aquí se unen pues, la psicología del asesino con el caldo de cultivo donde se genera la violencia.
Leido en Humanismo sin credos