Necesitamos un constitucionalismo dispuesto a reconocer las realidades nacionales internas, como ejercicio democrático de constatación de algo real y objetivo, cuya expresión subjetiva constituye eso que denominamos conciencia o voluntad nacional, que también es plural. El derecho no puede ignorar la realidad, mucho menos cuanto ésta se construye con piezas tan democráticas como la voluntad ciudadana y los acuerdos institucionales. El Constitucional ha dicho que carecen de eficacia jurídica interpretativa las referencias que en el preámbulo del Estatuto se hacen a ‘Cataluña como nación’ y a “la realidad nacional de Cataluña”. Es decir, que son referencias sin ninguna consecuencia jurídica normativa ni interpretativa. Sin embargo, la realidad nacional existe. No es una cuestión de choque de legitimidades.
El dilema es sencillo. Se da acogida constitucional a la voluntad expresada en referéndum o se reconoce que esa voluntad no tiene cabida en la Constitución. Decía hace seis meses el presidente de la Generalitat que una lectura restrictiva de la Constitución , ajena a su espíritu integrador, debilitaría a los catalanes que quieren sentirse cómodos en una España que reconoce su pluralidad. Tras el fallo, el president decía sentirse indignado, probablemente era una manera de expresar la ‘incomodidad’ que sienten ya muchos miles de catalanes.
Xabier Gurrutxaga en EL CORREO