El exsocio de Iñaki Urdangarín, Diego Torres, lanzó ayer otro bombazo contra la Casa Real. No se sabe si esta es toda la munición que tiene o si es un aviso para navegantes (o para cazadores de elefantes); si se trata de una primera advertencia, va muy cargada. Torres remitió ayer al juez varios correos que implican al rey en los chanchullos de su yerno. En los mails, Urdangarín da cuenta de varias gestiones que hizo Juan Carlos de Borbón ante Camps y otras personas para apoyar sus negocios con las administraciones públicas.
De confirmarse esas gestiones, el caso Nóos cambiaría radicalmente saltando un escalón más, hacia la cabeza del Estado. Hay que recordar que el rey es irresponsable por ley y no se le puede imputar, haga lo que haga. Sin embargo, su imagen sí está sujeta al desgaste de la opinión pública y este enésimo escándalo llueve sobre una España increíblemente mojada, pocos días después del patinazo de elefante que ha colmado la paciencia incluso de muchos relevantes monárquicos.
Estos días se está jugando un pulso en la corte, entre los partidarios del príncipe –que ya piden abiertamente al rey que abdique en su hijo para proteger la institución– y los del rey, que creen que el escándalo de Botsuana se arregla con unas simples disculpas. Unos y otros maniobran estos días en los pasillos y en los medios, conscientes todos de que el safari africano ha roto algunas barreras importantes.
La televisión ya ha entrado abiertamente en el debate por todos los frentes: también por el fallido matrimonio del rey y por su relación con Corinna zu Sayn-Wittgenstein, una princesa alemana de la que se habla en los círculos de poder de Madrid desde hace meses. Pero no será la cuestión personal la más escandalosa. Aún no se conocen todos los nombres que acompañaban al rey a la caza de elefantes pero hay uno que será especialmente polémico. El futuro de la corona de España está hoy en juego.
Recogido de escolar.net