en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

miércoles, 18 de abril de 2012

El espíritu de Aralar


La actual crisis en el seno de Aralar parece más que profunda, esencial, derivada de discrepancias que no son de ideología, sino de significado, del sentido mismo de ese partido. Creo que conviene por ello situarla en una perspectiva histórica, conectada con el nacimiento de la formación hace casi 12 años, porque lo que valió entonces sigue valiendo hoy, y, sin duda, explicando la actual tensión entre la línea oficial del partido y la que encabeza Aintzane Ezenarro.
Entonces como ahora la cuestión es de lectura de lo que la democracia significa y de lo que exige en términos de respeto y coherencia. Entiendo que Aralar surgió para, sin renunciar a su ideario político, oponerse a la violencia de ETA y desmarcarse de quienes, de un modo más o menos explícito y activo, la acompañaban. 
La otra izquierda abertzale, la de Batasuna (con sus diferentes denominaciones) se apartó de ambas cosas, de la condena a ETA y del juego democrático. Y esa es la razón por la que, por ejemplo, no forma parte ahora mismo del Parlamento vasco. Y podrán levantar la voz tanto como quieran, y desplegar los habituales espejismos retóricos, y acogerse a los ecos que el nacionalismo (in)conscientemente les ofrece, para decir que su ausencia parlamentaria es una exclusión, pero la realidad es que no lo es. Es una autoexclusión.
El que sea deseable que la izquierda abertzale forme parte de los procesos que este nuevo tiempo nos permite y nos exige como sociedad no invalida esa ponencia, ni su valor ni su mérito. Al contrario, los subraya al recordarnos lo que no hay que olvidar: el papel de la izquierda abertzale en estos largos años y el sentido de la disidencia histórica de Aralar. Entiendo que los tres parlamentarios de esa formación que han votado la ponencia representan ese sentido, ese espíritu vigente aún, pertinente.