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El mantenimiento de ETA, aunque fuera como organización política inactiva, sería el mantenimiento de sus justificaciones y su relato histórico.
Ese es el escenario confesado por Mintegi, “que cada cual cuente la historia como la ha vivido, pero reconociendo el relato que hace la otra parte”.
La declaración de Glencree ha mostrado, sin embargo, que no puede aceptarse ningún relato que justifique la violencia ilegítima y que a los que la han practicado les es exigible una revisión autocrítica del pasado.
La resistencia de ETA a su disolución únicamente podría entenderse como un desprecio a dicha autocrítica. En definitiva, como un portazo a la paz.
La declaración de Glencree ha mostrado, sin embargo, que no puede aceptarse ningún relato que justifique la violencia ilegítima y que a los que la han practicado les es exigible una revisión autocrítica del pasado.
La resistencia de ETA a su disolución únicamente podría entenderse como un desprecio a dicha autocrítica. En definitiva, como un portazo a la paz.