Recogido del blog de anasagasti |
Aquellos crímenes levantaron la protesta mundial. Y Franco se refugió en aquel acto multitudinario en la Plaza de Oriente, pronunciando un discurso, el último de su dictadura y apenas entendible poniendo como explicación y de nuevo en su boca la conjura judeo masónico del rojo separatismo internacional.
En aquel balcón del Palacio Real en octubre de 1975 pueden verse todavía en las películas de la época al llamado Príncipe de España, Juan Carlos de Borbón y a su esposa Sofía de Grecia. Inmutables, secos, aplaudiendo a aquel criminal de guerra y de postguerra.
Y este campechano Borbón sigue hoy todavía sin pedir perdón por aquel crimen y aquella apología del terrorismo que él y su jefe hicieron.
Tiene hoy la gran oportunidad de llamar al hermano y a la madre de Txiki que viven en Zarautz y a la familia de Otaegi. ¿Lo hará?. Por supuesto que no. Solo pide perdón por matar elefantes, no por apoyar que se matasen seres humanos. Y es que él, todavía hoy, no permite que hablen mal de Franco delante suyo. ¡Hizo tanto por él!.
La amnistía de octubre de 1977 vació las cárceles pero fue una injusta ley de punto final para no juzgar, como en Nuremberg, a los responsables de la dictadura. Habrá que revisarla tras 37 años de impunidad. No puede haber muertos de primera, de segunda, de tercera. Ni que nos digan, con semejante pasado, que el rey es muy majo y campechano.
Lo curioso es que será el Gobierno Vasco quien resarza a los familiares en lugar del Gobierno Central. Un absurdo más.
Le haremos caso a Txiki. No le iremos a llorar. Pero si le iremos a decir que seguiremos denunciando esta doble vara de medir.