Me comentan en el típico debate tabernero sobre la política de alianzas del nuevo gobierno que ha de formarse en la capital del reino que si hubiese nuevas elecciones, triunfarían los polos opuestos y más extremos, opinión a la que, evidentemente, me opongo.
Poco podría decirse a favor de los votantes si, pidiendo dialogo y negociación, en una segunda vuelta, premiasen a los extremos y terminásemos de destruir los puentes o restos de los mismos que aun quedasen. ¿No?