El paradigma del fracaso es la Casa Real y el Rey. Puede gustar o no el proyecto político del Parlamento catalán, el juramento …, pero cuando el Gobierno, en nombre del Rey, evita el agradecimiento al president saliente y cuando el propio monarca se niega a recibir a la presidenta del Parlamento catalán lo que acaba de decir es que expulsa moralmente a los catalanes de su reino y que él mismo no se reconoce como rey de los catalanes. La imagen de un rey en su palacio perdido entre oropeles y pan de oro en su mensaje de fin de año parece cada vez más ajustada.
No pasa nada, el espectáculo continúa. Pero esto es un fracaso completo, desde hace cinco años España carece de cualquier referencia política o humana compartida que no sea la selección de fútbol y de cualquier proyecto de convivencia colectiva. O inventan otra España o cada cual monte su república.