Parece que nadie se sorprende o que no se quiere enfadar a nadie pero, en términos de medicina legal y forense, cualquier fallecimiento "súbito" o "repentino" es calificado de "sospechoso" hasta que las evidencias clínicas dictaminan lo contrario.
El centro hospitalario, pienso yo, en este caso, debería de haber aportado las pruebas que tranquilizasen a los malpensados, y haber realizado una autopsia para comprobar con exactitud que pasó para que una persona joven muriese horas después de haberse anunciado que estaba “fuera de peligro”.
Gracias a los llamados estudios de autopsia, donde los investigadores recogen datos de disecciones post mortem de un gran número de personas fallecidas, se ha podido determinar por qué murieron y comparar sus resultados con las causas que figuran en el historial del paciente. En torno al 15 o 30 por ciento de las veces, el diagnóstico dado era equivocado y el cinco o diez por ciento, el error del diagnóstico contribuyó a la muerte de esa persona.