Todo era falso. Muchos de sus promotores lo admitían en privado. La DUI estaba desnuda. Un fiasco. Debajo no había nada, salvo propaganda y, sobre todo, dolor. El dolor económico, social y político infligido ya al país. Es inteligente, y necesario, admitir el error para progresar. Pero apostillar la contrición con un yo no sabía que, la culpa es de, guarda más relación con el acné de la adolescencia que con la responsabilidad que se le supone a quienes han regido un país y aspiran a repetir.
Mientras Trump habla del éxito del plan de paz, los israelíes mantienen los dedos en los gatillos de armas que siguen apuntadas a la población civil de Gaza. (martin.gak)