Es cierto que para ser patriota, si hay que serlo, es más importante defender la educación y la sanidad y para toda la ciudadanía y no robar descaradamente de las arcas públicas que emocionarse por una letra más o menos acertada.
Pero es cierto también que no hay nada más ridículo que tener un himno y no poder cantarlo porque su letra no esté consensuada. Lo del "lo, lo, lo" empieza a ser ridículo.
Y es cierto que cualquier letra que meta a dioses por medio, necesidad de dar la sangre de uno por su patria, y tonterías varias que enaltezcan la violencia o la supremacía sobre los vecinos a lo largo de la historia no pueden ser consensuadas.
La propuesta de Marta Sanchez, un texto lleno de nostalgia y romanticismo, vuelve a abrir el melón en un momento en el que parece que todos los nacionalismos ven la necesidad de calentar a sus rebaños. Y esta propuesta es una muy buena opción.
Igual pronto nos encontramos con alguna propuesta similar en Euskadi y, aprovechando que vamos a consensuar un nuevo estatuto, este tema quede dentro de la reforma. Al tiempo.
Igual pronto nos encontramos con alguna propuesta similar en Euskadi y, aprovechando que vamos a consensuar un nuevo estatuto, este tema quede dentro de la reforma. Al tiempo.