Parece que a algunas personas les aterroriza los cambios. No me extraña en su posición. Y sueltan a sus "corresponsales" por las teles para que se rasguen las vestiduras por semejante agravio a la lengua común. Y es que la situación no está para bromas. No vaya a ser que empecemos cambiando palabras y terminemos modificando también flujos económicos. Eso sí que les resultaría imperdonable.
Volviendo a la nueva sugerencia, reconozco que a mí también me ha sonado raro oír por primera vez la palabra "portavoza", y habitualmente no la uso, porque todos somos "victimas" o "resultado" de nuestra educación, pero evidentemente, no lo descarto en un futuro.
El lenguaje tiene una connotación política innegable. Lo recordaba ayer con la palabra "fácil", y hay otras como "zorra, perra, loba, gallina, pública, verdulera, fulana, sargenta, mujerzuela", y tantas otras, que no hacen más que confirmarlo.
Las palabras "abogada" o "médica" sonaban raro hace no mucho y ahora están aceptadas por los hablantes, que es lo importante. Y es que, a la vista está que determinadas palabras que recogen ambos géneros, dichas solo en masculino, favorecen la invisibilidad de las mujeres.
La mujer que ha destapado la palabra "portavoza", ha señalado que a veces desdoblando el lenguaje, aunque no suene muy correcto, se puede avanzar en la igualdad. Y es que si hacemos un esfuerzo por desdoblar el lenguaje o usar términos de forma inclusiva facilitamos el camino.
A lo mejor el problema es que el meollo lingüístico reside en que la palabra 'portavoz' no es igual a otros términos ya feminizados como 'arquitecto'.
En cualquier caso, crear palabras nuevas está en la naturaleza misma del idioma y en la capacidad lingüística de sus hablantes. Todos creamos palabras nuevas constantemente. Algunas sobreviven y otras no. Como la vida misma.
Por todo ello, ni me rasgo las vestiduras, ni creo que sea algo que requiera los titulares y tiempos en los informativos que se le está dando.