Del Primero de mayo, recuerdo su evolución, desde los espectáculos folklóricos en el estadio Bernabéu hasta las marchas obreras de los finales de los 70. Desde las grandes convocatorias a las muy humildes cifras tal vez provocadas por la incredulidad de la gente y de los tejemanejes de muchas entidades sindicales.
Este día o fiesta del trabajo, presenta muchos claroscuros, empezando por la tasa de desempleo y terminando por los salarios bajos. Demasiados motivos para no bajar la guardia y volver a apuntarse a la movilización.
Y hoy en día, la ciudadanía, puede seguir contando con los sindicatos y organizaciones progresistas que, con su fuerza negociadora y su empuje movilizador, no renunciar ni desfallecer en la lucha y la reclamación de sus derechos laborales y salariales.
También hay fuerzas políticas de izquierda que ofrecen alternativas y propuestas de cambio en favor de la mayoría así como movimientos más puntuales o centrados en cuestiones concretas, como las pensiones o determinadas sentencias judiciales, sin olvidar la inmensa movilización de las mujeres del 8 de marzo.
No hay motivos para el desánimo ni para cejar en el empeño.
La receta para avanzar podría ser: ideas claras, organización, movilización y negociación.