Pasó el Festival de Eurovisión y los representantes de España, Amaia y Alfred quedaron en un honroso vigésimotercer puesto entre 26 participantes. Parece que los que pensaron que, además de las voces de Amaia y Alfred, la idea del amor que se deben los exconcursantes del programa musical iba a funcionar bien en la gala de Eurovisión, han visto que ha acabado pasando completamente lo contrario: demasiado edulcorante.
No es ninguna novedad. El año pasado, España quedó en el puesto 26 de 26; en 2013, en el 25 de 26; en 2011, el 23 de 25; en 2009, el 24 de 25; en el 99, el 23 de 23 y en el 83, en el puesto 19 de 20, ex-aequo con el último clasificado. Aquel fue el año inenarrable de Remedios Amaya, con '¿Quién maneja mi barca?', segó puants, sirou points.
En 2008, un tal Chikiliquatre obtuvo un resultado mucho más brillante: el 16 entre 23, con 55 votos, cómo vamos a comparar, aunque entonces ya se prefiguraba en aquella edición que Eurovisión era una metáfora de España, un país que se desprecia a sí mismo.