Un país de fuerte implantación católica, ha conseguido, por fin, liberarse de tanta maldición pecaminosa, de tanta "advertencia" de sotanas y hábitos religiosos que amenazan con desprecios en vida e infiernos tras la muerte.
Nunca nadie ha obligado a una católica a abortar pero por fin han perdido los católicos que obligaban a las no católicas a seguir sus preceptos.
Un paso adelante en la democracia y en la libertad. Pierde la Religión Católica. Ganamos todos/as.