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Cuando Vox, que tiene como líder a un político ya experto que sostenía hasta el año pasado que él va a todas partes con una pistola Smith &Wesson para proteger a sus hijos, dice que desembarca en algún sitio da un poco de temblequera.
Porque alguien que se siente como un marine en una cabeza de playa es alguien con la adrenalina subida, con percepción de acosado, dado a la épica verbal.
Abascal y sus acólitos están "on a mission" y eso deja poco margen a la empatía por el tono de sus improperios y porque cuando uno se considera ungido le resuena en los oídos el himno de los marines. From the halls of Montezuma, to the shores of Tripoli... El inicio del que se considera himno militar más antiguo de Estados Unidos es toda una confesión y refleja, a su modo, henchidos los pechos, el espíritu que anima a Vox.
Como aquellos estadounidenses que en 1803 se liaron a guerrear en la costa libia o aquellos otros que en 1847 lo hicieron en Chaputepelc, Vox trae hoy a Bilbao la cruzada liberadora, heredera directa en el verbo y el proyecto de aquella otra que bajó por Enekuri hace 81 años. Sin preguntarse si tiene sentido desembarcar a su gente -algún autobús ya se va a ver- para un solo día de festejo.