www.deia.eus///Iñaki Glez |
GRANDES aplausos a la decisión del juez Manuel Marchena de renunciar a presidir el Consejo General de Poder Judicial y, por ende, el Tribunal Supremo.
La nota con la que explica sus razones es impecable, alude a la independencia de las decisiones jurisdiccionales y se ampara en su trayectoria para desligarse de los vínculos políticos que se le atribuyen.
Pero Marchena no ha sido diligente -será por el proverbial retraso de la justicia española-. La semana que ha pasado en boca de todos no le ha movido a actuar hasta que el WhattsApp de Cosidó confirmó un pastel en el que el juez era la guinda.