Ya saben lo del perro del hortelano, animal carnívoro que ni comía los vegetales del huerto de su amo, ni permitía que otros los comieran. Pues a Alfonso Guerra le ocurre algo parecido. No se implica en la solución del problema, pero ignora al que lo está afrontando. Eso es lo que le ocurre con su secretario general del partido, Pedro Sánchez.
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Guerra, con su habitual falta de gracejo andaluz, contestó el domingo pasado por la noche a las preguntas del periodista Jordi Évole, en su programa Salvados, de forma un tanto abrupta y agria –como es él- cuando se refirió al presidente del Gobierno.
A preguntas de Évole no contestó si iba a votar a Sanchez o no en los próximos comicios “porque no sé si será candidato”, si bien aclaró que no votaría nunca a otro partido que no fuera el socialista, el suyo.
En tiempos políticos difíciles como los que corren se pretende que los progresistas ganen estas elecciones en las que se juegan un retroceso importante de las libertades si las circunstancias acaban favoreciendo a los dos partidos de la derecha y a su socio de extrema derecha.
Ladrar por ladrar es un ejercicio que solo genera crispación; obstaculizar que otros saquen adelante su trabajo con comentarios poco favorables, indica mezquindad. Y un desinterés absoluto por el hortelano, es decir, por la sociedad y por la huerta: España.