Cuesta explicar cómo un país con tantas posibilidades vive con una inflación desbocada y una pobreza que alcanza a más del 80% de la población. Los que conocen el país hablan de ineficacia, de favoritismo y de corrupción desde la constitución del país. Incluso de narco estado.
Algo que facilitó la llegada al poder de Hugo Chávez, cuya revolución no fue lo que se esperaba aunque haya que reconocer algunas importantes mejoras sociales durante sus primeros años pero que, la alegría en la casa del pobre fue breve y pronto volvieron a vivir la miseria.
Lo que a la muerte de Chavez ya estaba mal, con Nicolás Maduro, aún se ha pervertido más. Los enchufados del sistema son los nuevos ricos. Gravitan alrededor del poder y acumulan fortunas. Invierten fuera del país, y sus dólares les permiten un tren de vida impensable. Su sobrepeso les denuncia.
Venezuela vive una situación al límite. El propio Maduro hoy en la tele no descarta una guerra civil. Parece que vive al margen de la realidad. El mundo le está dando la espalda. Y lo que es más importante, su pueblo. Mañana lo hará Europa. Veremos cuánto aguanta y a cuantos arrastra en su caída pero empieza a oler a pasado nefasto.