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La otra opción tiene multitud de variantes y se puede manejar en muy distintos territorios.
Sea cual sea el final de la operación supondría colocarse en el centro neurálgico de la vida política española y convertirse en el eje central del ejercicio del poder en el país.
El camino se iniciaría con la propuesta de apoyar con sus 10 votos la investidura del Pedro Sánchez.
Lógicamente, tal decisión debería ir acompañada con la aceptación del PSOE y UP de sus peticiones. Sería un voto condicionado, no entregado gratuitamente.
Ciudadanos no formaría parte del gobierno progresista que se formara a continuación.
Lo que sí podría es imponer algunas exigencias que, hoy en día, son las que determinan su base ideológica.
Evidentemente, PSOE y UP podrían aceptar o no las condiciones planteadas. Si la respuesta es negativa, Ciudadanos quedaría a salvo de toda crítica respecto a su buena voluntad de contribuir a la gobernabilidad.
En el caso de que se llegara a un acuerdo, Ciudadanos pasaría a ser un partido determinante en la gobernabilidad del Estado.
Además, reforzaría con ello su papel decisivo en Andalucía, Madrid, Castilla y León y Murcia. Podría manejar una estrategia global en la que ofreciera a sus votantes presentes y futuros una alternativa clara y decisiva en el equilibrio de los repartos de poder en España.
Automáticamente recuperaría el papel perdido de servir como fiel de la balanza política a nivel nacional, autonómico y local. Prácticamente, nadie podría mover una pieza del tablero sin contar con Ciudadanos.
Pero, no se si desgraciadamente o no, parece que la dirección de Cs no lo ve así.
Pero, no se si desgraciadamente o no, parece que la dirección de Cs no lo ve así.