El anuncio, hace unos pocos días, de un decreto que permite a algunos ayuntamientos funcionar exclusivamente en uno de los dos idiomas oficiales de Euskadi, disfrazado de un paso más hacia la normalización, considero un error innecesario.
Para las administraciones públicas en un territorio gobernado por el principio de la cooficialidad de dos lenguas vale un principio muy claro: ninguna puede esconder una de ellas en su actividad y en sus funciones normales .
No es necesario recurrir ni a la preeminencia de la lengua materna ni a ningún otro argumento. Basta el estar asentado en un territorio con dos lenguas igualmente oficiales establecidas por ley para que ninguna de las dos pueda desaparecer de la actividad administrativa. Suena razonable.