"Yo pienso que Mussolini fue un buen político, que todo lo que hizo, lo hizo por Italia. No ha habido políticos como él en los últimos 50 años". Oído de la boca de la futura presidenta de Italia. El lema de su campaña, "Dios, patria y familia", es exactamente el mismo que acuñó en 1931 Giovanni Giurati para el Partido Nacional Fascista.
Durante estos últimos años hemos oído a mucha gente, periodistas y políticos mayormente, que intenta demostrar que la actual ultraderecha europea no es lo mismo que el fascismo de los años 30 y 40. A lo mejor esa gente no ha oído ni ha leído atentamente las proclamas de Orban, Le Pen, Abascal o a la misma Meloni.
Proclamas en las que la intolerancia, el miedo, el racismo y el patrioterismo son sus caldos de cultivos, caldos de los que surge el fascismo.
La extrema derecha gobierna hoy en Hungría, Polonia, Eslovenia y la República Checa; ha formado coaliciones de gobierno en Austria, Suiza, Noruega e Italia; ha subido como la espuma en Alemania, España y Francia. La alarma roja democrática no necesita más señales para sonar al máximo nivel.