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El vínculo entre el cine y el teatro es evidente, solo hace falta pensar en las obras de teatro adaptadas al cine y viceversa.
Y por ello el Teatro Arriaga nos presenta Plátanos, cacahuetes y Lo que el viento se llevó, una obra que nos habla del cine y no de cualquier película, si no de Lo que el viento se llevó, un clásico del cine norteamericano allá donde los haya.
La obra nos traslada a las entrañas de la Metro-Goldwyn-Mayer en el año 1939, y más concretamente a la oficina del productor David O. Selznick. Las incidencias en la producción de Lo que el viento se llevó son muchas, entre ellas un director, George Cukor, que discrepa del productor y un guión que parece no estar a la altura. O. Selznick está en un verdadero aprieto, y lo único que lo salvará será forzar al director Victor Fleming y al guionista Ben Hetch para rehacer el proyecto desde el principio. En cinco días han de redactar un nuevo guión o todo puede venirse abajo.
La trama nos sitúa, pues, en “la cocina” del Hollywood clásico y trata de uno de sus grandes símbolos y de algunas de sus figuras más destacadas. Asimismo, la obra plantea temas incómodos como las tensiones que afectaban a las grandes producciones Made in Hollywood o los delicados temas raciales y sociales que trataba el film, ya sea el trato a los negros o la visión folletinesca del Sur anterior a la Guerra de Secesión. A lo que se suma la discriminación de la sociedad estadounidense de principios del siglo XX hacía los judíos.
En resumen, una auténtica gozada poder revivir, aunque solo sea durante la hora y media que dura la representación, las entrañas productivas del Hollywood dorado, gracias a una excelente propuesta magistralmente llevada a cabo en la que tanto el equipo productivo como el elenco, seamos nosotros justos también con ellos, alcanzan un desempeño teatral ni mucho menos habituales sobre los escenarios.
No os la podéis perder…