Apenas un par minutos después de subir a la tribuna del Congreso de los Diputados para ofrecer su discurso de investidura como aspirante a la presidencia del Gobierno, el candidato popular, Alberto Núñez Feijóo, pronunció la palabra amnistía y sus argumentos conocidos para no concederla a quienes aún tienen causas abiertas por el procés.
Y la primera medida que anunció ayer fue de carácter punitivo: una reforma del
Código Penal para tipificar como delito la "deslealtad constitucional" y para aumentar las penas de malversación de fondos públicos, en alusión a dos de las reformas más polémicas del actual Gobierno en funciones.
Código Penal para tipificar como delito la "deslealtad constitucional" y para aumentar las penas de malversación de fondos públicos, en alusión a dos de las reformas más polémicas del actual Gobierno en funciones.
No hubo ninguna propuesta más ni reflexión en toda la sesión para enfrentar el reto político catalán.
La política ficción en la que los populares parecieron instalarse tras las elecciones tuvo ayer su máxima expresión en el argumento sobrevenido de los últimos días: "Tengo a mi alcance los votos para ser presidente del Gobierno, pero no acepto pagar el precio que me piden para serlo", aseguró, sin explicar que un acuerdo del PP con Junts le privaría inmediatamente del apoyo de Vox y dejaría al PP en la dimensión de sus 137 escaños, y argumentado que tiene "principios, límite y palabra".
El aspirante daba por sentado así que cualquier candidato que sí consiga gobernar carecerá de principios, anticipando la peligrosa deslegitimación del Gobierno de España que los populares practican desde que una moción de censura los sacó del palacio de La Moncloa.
Editoriales de EL PAÍS
La política ficción en la que los populares parecieron instalarse tras las elecciones tuvo ayer su máxima expresión en el argumento sobrevenido de los últimos días: "Tengo a mi alcance los votos para ser presidente del Gobierno, pero no acepto pagar el precio que me piden para serlo", aseguró, sin explicar que un acuerdo del PP con Junts le privaría inmediatamente del apoyo de Vox y dejaría al PP en la dimensión de sus 137 escaños, y argumentado que tiene "principios, límite y palabra".
El aspirante daba por sentado así que cualquier candidato que sí consiga gobernar carecerá de principios, anticipando la peligrosa deslegitimación del Gobierno de España que los populares practican desde que una moción de censura los sacó del palacio de La Moncloa.
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