La España histórica no es la Francia que acabó y prohibió, tras los informes de Barère y de Grégoire, la traducción de textos a idiomas locales. Nuestra historia es la historia de particularidades y riquezas.
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Hay quienes, a la manera de los escritores que en el siglo pasado orbitaban alrededor del falangismo, serían hoy perfectamente capaces de establecer el símil, a propósito de la relación entre Cataluña y España, con la relación entre una mujer y su marido, marido posesivo, ibérico, de celos e ímpetu español, desgarrado cuando históricamente ve a su mujer acercarse a la seducción de un tercero.
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Hay quienes, a la manera de los escritores que en el siglo pasado orbitaban alrededor del falangismo, serían hoy perfectamente capaces de establecer el símil, a propósito de la relación entre Cataluña y España, con la relación entre una mujer y su marido, marido posesivo, ibérico, de celos e ímpetu español, desgarrado cuando históricamente ve a su mujer acercarse a la seducción de un tercero.
Por otra parte, creo que algo parecido pasa en los últimos tiempos con la definición de familia. Quienes más dicen protegerla –¿de quién y de qué?– son, en realidad, quienes menos hacen por mantener vivo el concepto, al cercarlo y estrecharlo, reducirlo, y someterlo incesantemente a una decadencia sin otra salida que la desaparición