Un ejemplo significativo:
¡El pescado capturado por nuestros arrantzales!
¡Hagamos los honores y pidamos una ración de anchoas de Bermeo y sigámosles el rastro!
Las anchoas en salazón es muy posible que hayan sido pescadas por un arrantzale bermeano nacido en Senegal, elaboradas por una trabajadora del salazón nacida en Bolivia, transportadas a Bilbao por un chófer nacido en Perú y servidas en la barra por una camarera nacida en Colombia.
Por otra parte, si partimos de la premisa de que nadie quiere renunciar a su bienestar, y de que una parte importante del nuestro procede de la cobertura de los trabajos más duros por parte de extranjeros, la conclusión evidente es que hay mucha hipocresía en los discursos convencionales sobre la extranjería.
Luego está aquella otra hipocresía, más descarada si cabe, de quienes sí quieren que cubran los trabajos más duros en condiciones económicas y laborales inferiores a nuestros estándares, pero quieren que, además, nos solucionen nuestros problemas sin generar el menor conflicto legal, cultural, ni de costumbres.
En resumen, que sean flores perfectas, rosas sin espinas y además, se vendan a precio de saldo. Y así es como vamos, con unos diagnósticos que están basados en percepciones inducidas, y con unas recetas incompatibles con la realidad.
Y mientras, la ultraderecha xenófoba y negacionista extiende sus tentáculos por la Europa que fue tierra de igualdad y de asilo.
kioskoymas.com/el-correo/Roberto Uriarte
¡El pescado capturado por nuestros arrantzales!
¡Hagamos los honores y pidamos una ración de anchoas de Bermeo y sigámosles el rastro!
Las anchoas en salazón es muy posible que hayan sido pescadas por un arrantzale bermeano nacido en Senegal, elaboradas por una trabajadora del salazón nacida en Bolivia, transportadas a Bilbao por un chófer nacido en Perú y servidas en la barra por una camarera nacida en Colombia.
Por otra parte, si partimos de la premisa de que nadie quiere renunciar a su bienestar, y de que una parte importante del nuestro procede de la cobertura de los trabajos más duros por parte de extranjeros, la conclusión evidente es que hay mucha hipocresía en los discursos convencionales sobre la extranjería.
Luego está aquella otra hipocresía, más descarada si cabe, de quienes sí quieren que cubran los trabajos más duros en condiciones económicas y laborales inferiores a nuestros estándares, pero quieren que, además, nos solucionen nuestros problemas sin generar el menor conflicto legal, cultural, ni de costumbres.
En resumen, que sean flores perfectas, rosas sin espinas y además, se vendan a precio de saldo. Y así es como vamos, con unos diagnósticos que están basados en percepciones inducidas, y con unas recetas incompatibles con la realidad.
Y mientras, la ultraderecha xenófoba y negacionista extiende sus tentáculos por la Europa que fue tierra de igualdad y de asilo.
kioskoymas.com/el-correo/Roberto Uriarte