Que la tecnología no es neutra ya lo sabíamos. Pero el descaro actual era impensable hace unos años. Y para entender cómo impacta la tecnologia en la sociedad en general y en sus opiniones en particular, es importante saber quién la hace, desde dónde la hace y para qué la hace.
Meta, Amazon y OpenAI han donado un millón de dólares cada uno para la ceremonia de toma de posesión de Trump. El resto de magnates tecnológicos no quieren perder ese tren y se han afanado en subirse, aunque el tren ya esté en marcha. El precio del billete está claro: un millón de dólares.
Todos ellos coinciden en pensar que el presidente Trump conducirá a su país a la era de la IA, y estan ansiosos por apoyar sus esfuerzos para garantizar que Estados Unidos se mantenga a la vanguardia. Las grandes tecnológicas esperan que el nuevo equipo de Trump relaje la presión o la regulación sobre sus negocios que había impuesto Biden. También con la profunda capacidad de influencia de Elon Musk, el resto de líderes tecnológicos corre a tener algún tipo de línea directa con la Casa Blanca.
A estas alturas resulta muy difícil asumir que las plataformas van a hacer lo más conveniente para proteger los procesos democráticos, la convivencia, o un intercambio de opiniones racional y deliberativo.
La investigación, el acceso a datos, es la única manera de determinar cómo las plataformas controlan el flujo de información y resulta clarísimo que tienen la capacidad de controlarlo.
Es una fuente de poder que, en sociedades abiertas, no debería poder ejercerse en la oscuridad.
La investigación, el acceso a datos, es la única manera de determinar cómo las plataformas controlan el flujo de información y resulta clarísimo que tienen la capacidad de controlarlo.
Es una fuente de poder que, en sociedades abiertas, no debería poder ejercerse en la oscuridad.