Si vives con un delincuente confeso, duermes con un delincuente confeso,
sabes que es un delincuente confeso, y defiendes a un delincuente confeso,
tú muy decente no eres, ¿no?

lunes, 23 de diciembre de 2024

La peli en la Alhóndiga: Cónclave.
Una reunión pseudo mafiosa donde la paloma no tiene lugar.

 Un asombroso thriller lleno de intrigas, conspiraciones y pactos secretos y dónde el poder de influencia es la moneda de cambio más valiosa. Nada nuevo en este mundillo mafioso donde la religión, casi, es lo de menos, y mantener el poder lo más importante.

CÓNCLAVE sigue muy de cerca uno de los rituales más secretos y antiguos del mundo: la elección del Papa. Muy bonito por fuera: fumatas, boatos y mucha apariencia e hipocresía de la que gusta a los que se emocionan con la monarquía inglesa. Por dentro, mafia, acusaciones y amenazas varias. Lo de siempre en una organización así que maneja tanta pasta.

Cuando los líderes más poderosos de la Iglesia Católica se reúnen en los salones del Vaticano, Lawrence se ve atrapado dentro de una compleja conspiración, y al final, descubre un secreto que podría sacudir los cimientos de la Iglesia, pero resulta mas "gracioso" que "sorprendente". Un pequeño disparate que, en principio, se deja ver si vas abierto a las situaciones nuevas.

La paloma nunca elige

Lo sospechábamos, de hecho, ‘in pectore’, lo sabíamos, la elección de un Papa por los cardenales reunidos en un Vaticano sellado poco tiene que ver con la intervención del Espíritu Santo que, convertido una vez más en paloma, se posa sobre las preclaras cabezas de los sumos sacerdotes vestidos de rojo. Todos sospechábamos y tanto la novela de Robert Harris como la película de quien dirigiese ‘Sin novedad en el frente’ vienen a corroborar nuestras sospechas, la elección de un nuevo Papa se parece a un ‘juego de tronos’ maravillosamente perverso, malicioso, críptico y crisol de tanta grandeza y miseria.

El filme que pone en imágenes el libro del autor de los guiones de varias películas de Polanski es visual y sonoramente impactante, brillante, rotundo, abrumador, exquisitamente orquestado, tremendamente británico aunque parezca tan perfectamente romano. Las actuaciones son intensas, vibrantes y la cámara toma, a veces, visos de narrar con las maneras de un filme de terror. Pocos reinos lucen tan bien en pantalla como el de Dios en la Tierra, con sus pompas,intrigas y trascendencia. Berger y su espléndido equipo (arte, producción) lo saben y se subliman.

Sin embargo, pasaba también en la novela, la película quiere ser tan ortodoxa con los nuevos valores imperantes en la sociedad que pronto empieza a tomar el aire de un panfleto sobre la hermandad entre religiones, la urgencia de que la mujer alcance mayores y más altos rangos en la Iglesia, la posibilidad de que hasta un cardenal primado tenga dudas sobre su fe e incluso problemas para ser leal a sus oraciones y otras historias, incluida la debilidad de la carne y el crimen de los abusos sexuales. La cinta empieza a desvariar (como la novela) y el final es un puro disparate. No tenían a la paloma cerca. Ni Harris ni Berger.